viernes, julio 09, 2004

[columna 02] La polaca mexicana o esta bola de curules.

Ayer jueves 8 de julio, dos de los partidos políticos mexicanos dieron a conocer los sueldos que reciben sus dirigentes, pagados de la mochada presupuestal que reciben gracias a que muchos mexicanos responsables pagamos nuestros impuestos.

Estos buenos para nada, tienen sueldos que van de los 37,000 a los 105,000 pesos mensuales. El salario mínimo es de 16,286.40 pesos al año, o su equivalente mensual de 1,357.20 pesos.

Esta simple reflexión numérica, ya no digamos social ni histórica, hace que me avergüence de pertenecer a un sistema político, supuestamente democrático, al cual los ciudadanos le hemos dejado hacer y deshacer y cuyo único interés es velar por los beneficios personales, por los patrimonios privados, y por intereses económicos oscuros con una total impunidad.

Los políticos se han ganado el descrédito a pulso. Las instituciones políticas son semillero de una runfla de haraganes vividores del presupuesto y no conformes, se vuelven forjadores de fortunas a costa del bienestar de la sociedad mexicana.

Yo me pregunto que pasaría si cada vez que me pidieran resultados en el lugar donde trabajo, en vez de mostrar avances, proyectos desarrollados y mediciones de mejoría o análisis, solo me limitara a decir que debido a que otros departamentos no se unen a mis objetivos y a que las condiciones en las cuales se ha desarrollado el trabajo son difíciles, no he podido avanzar ni concretar ninguno de los proyectos que presente al inicio de año, pero que mi voluntad esta en que la empresa llegue a beneficiar a todas las empleadas y empleados que en ella laboran.

La democracia no empieza ni termina con el voto un día de elecciones. La etimología de la palabra democracia proviene de los vocablos griegos demos o pueblo y kratos o autoridad, por tanto la democracia no es más que la autoridad del pueblo para tener injerencia en las decisiones de Estado. El presidente, los gobernadores, los diputados y demás curules, son nuestros empleados y representantes, por tanto deberíamos supervisarlos como tales.

Hay quienes gritan y se enojan con meseros, secretarias o subordinados cuando el servicio o el trabajo está mal hecho, del mismo modo deberíamos gritar y manotear cuando la incapacidad o inutilidad de quienes están en el gobierno retrace el avance social de México.

Durante mucho tiempo las cosas han funcionado en este país del revés. La clase política toma los rumbos que de acuerdo a su juicio y conveniencia ellos deciden. ¿Quien de nosotros decidió crear una inmensa deuda externa?, ¿quién de nosotros decidió el rescate carretero?, ¿quién de nosotros decidió el rescate bancario?. ¿Quién de nosotros ha sido consultado cuando los políticos aprueban sus aumentos saláriales o sus prestaciones?

Hasta donde sé, ninguno de nosotros ha sido consultado más que por medio de un plebiscito para construir un segundo piso sobre viaducto y periférico. Sin embargo todos los que vivimos en este país estamos pagando los costos sociales y económicos de todas y cada una de esas decisiones.

Me pregunto yo si podré llegar al área de recursos humanos y decir que yo solo me he aprobado un aumento de sueldo y que a partir de hoy voy a ganar 105,000 pesos mensuales.

La clase política aunque jumenta y culpable, no es del todo responsable. También lo somos los otros millones de mexicanos que creemos las palabras vacías en discursos de toma de posesión o que nos dejamos convencer por cifras maquilladas de pobreza o desempleo. También somos culpables por sentir que debemos pleitesías al poder, cuando en realidad el poder debería servir al pueblo.

Nosotros deberíamos ser los dueños de las mansiones en las lomas o los dueños de terrenos inmensos en punta diamante. Nosotros somos los que deberíamos tener sueldos millonarios y no esas pandillas de atracadores del erario que solo sirven para desangrar los presupuestos que podrían dedicarse a combatir la pobreza con trabajo y educación, o a crear la infraestructura que este país necesita para incluir a otros tantos mexicanos olvidados de la representación política. La cara se me cae de vergüenza.

Generalmente escribo para pitorrearme de las cosas más banales que voy encontrando por mi vida. En esta ocasión y con toda la mala leche del hartazgo, decidí hacer a un lado la columna 02 que ya había escrito y la reemplace por esta otra que me parece más urgente o necesaria. No porque mis reflexiones vayan a cambiar algo, querido lector o lectora, sino simplemente porque quiero sumar mi voz a otras muchas voces, que se empiezan a oír como un ruido de fondo que va creciendo.

Así imagino yo que comienzan las revoluciones.


Comentarios, huesos, sugerencias o mentadas a:
dicho_al_lecho@yahoo.com.mx


[Sugerencias Bibliográficas]
• Instrucciones para vivir en México
Jorge Ibargüengoitia
Editorial Joaquín Mortiz SA de CV
ISBN 9682704057

•Los presidentes
Julio Scherer García
Editorial Grijalbo SA de CV
ISBN 9684196245

[Sugerencias Musicales]
• Gimme tha power
Molotov
Universal Latino

[Sugerencias Cinematográficas]
• Todo el poder
de Fernando Sariñana
con Demian Bichir
Fox Home Entertainment

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