lunes, julio 05, 2004

[Columna 00]La marcha bien o Soy totalmente autoacarreado.

totalmente acarreado
En México existe la cultura de la marcha, en lo personal he asistido a muchas manifestaciones para protestar o reclamar por causas diversas desde que tenía diez años. Así que mi experiencia marchística es, si no amplia, podría decir que considerable.

Estuve en manifestaciones del partido socialista unificado de México, en la marcha estudiantil de las antorchas en noviembre del 86 y algunas otras marchas del Consejo Estudiantil Universitario (CEU), en las marchas después del fraude en el 1988, en la manifestación involuntaria que se formó en el zócalo cuando Salinas dio su primer grito de Independencia reclamándole el fraude electoral, en marchas de huelgas estudiantiles cuando estudiaba en la UAM, en la megamarcha zapatista del zócalo, en marchas contra la guerra en Irak y Kuwait, en fin, tengo una buena distancia recorrida entre marchas y sus reclamos como mitote de las sociedades que se manifiestan, así dicho como si fuera título de tesis.

Con este background llegué el domingo 27 de Junio a marchar contra la violencia y la impunidad en una expresión de mi voluntad cívica. Así que vestido con lo único blanco que encontré en mi guardarropa me uní a dos amigas que también hicieron eco a este llamado ciudadano.

Sin embargo, cuando llegamos a algunas cuadras del Ángel de la Independencia, comencé a notar que esta marcha no era como ninguna a la cual yo hubiera asistido anteriormente. Lo primero que me saltó a la vista, fueron unas playeras de marca con su perfecto estampado de “SI A LA PENA DE MUERTE” y un logotipo muy mono de una calaverita. En ese momento externé mi inconformidad y en mi eterna desconfianza hacia los medios y hacia los gobiernos, pensé que esa sería la nota amarillista del día, “Miles de personas marchan exigiendo a las autoridades la instauración de la pena de muerte“ en ese momento juro que me hubiera gustado irme de ahí.

Me concentré un poco e hice un esfuerzo por ser tolerante hacia la intolerancia y seguimos avanzando entre la gente que orgullosa portaba el castigo de muerte en su pecho o en pancartas y junto con mis amigas nos incorporamos al contingente, mientras la sensación de que estar en desacuerdo con esas playeras y con esas pancartas me hacía necesariamente quedarme, como si mi voz dentro de una voz más grande y plural pudiera manifestarse también contra la ley del ojo por ojo, la cual me parece una medida caduca y generadora de más violencia.

Una vez ya dentro otras cosas me parecieron diferentes. Generalmente cualquier manifestación pública causa revuelo, no porque la gente del campo se manifieste, no porque estén los maestros exigiendo aumentos salariales, no porque vengan los de Atenco a exigir x o y con golpes de machete, sino porque la gente de automóvil se verá bloqueada por horas para llegar a sus casas o a sus trabajos. Las marchas se han convertido en un estorbo con el que hay que lidiar. Así que lo segundo que llamó mi atención fue esta cantidad enorme de gente bonita cuya virginidad marchistica era vulnerada por primera vez y que por primera vez estas personas sintieran que una marcha sirve para decir algo y no solo como un estorbo al cual sortear para llegar a ver la tele por cable después de un día arduo de trabajo.

Nunca había visto yo a señoras de peinado de copete coreando consignas y al mismo tiempo hablando de las vacaciones de sus hijos en el extranjero, a marchistas pendientes de sus celulares, ni tanta ropa fashion junta en una demostración pública que no fuera un concierto en el auditorio.

Quedé totalmente extasiado. Por un momento me pareció ver una conciencia más grande que por fin había logrado permear a la sociedad civil fuera de clases e ideologías. Desperté rápidamente cuando a mi llegó perdido como balazo el comentario que alguien soltó al aire: “si que los maten a todos y también a los del PRD”. Las ideologías y las clases aún se interponen en el camino.

Aún así, un poco desilusionado, marchamos mis amigas y yo hasta la torre latino, ahí nos separamos por 42 pisos del contingente y vimos la masa blanca contra la violencia avanzando a paso firme contra el zócalo de la ciudad. Ahí arriba se escuchaban los gritos de “México, México, México…” y el matiz de esa mancha de gente, retomaba su unicidad contra la intolerancia, la violencia y la impunidad.

Ya mucho se ha hablado sobre este reclamo masivo, de todo lo dicho muy poco ha salido de la boca de nuestros gobernantes y representantes. El gobierno federal, los gobiernos locales y los partidos políticos han brillado por su incapacidad de comprender lo que la ciudadanía ha reclamado, ojalá se hubiera vuelto a corear en la marcha la vieja consigna sesentayochera de “la imaginación al poder”, y con ella invocar el pensamiento crítico y alterno para solucionar los problemas que México enfrenta.

En fin, después de todo el revuelo mediático de declaraciones que la marcha ha ocasionado, sigue la pregunta obligada, ¿y ahora que?

La pregunta por si sola me emociona, ojalá ahora sí, todos esos marchantes primerizos y añejos nos hayamos percatado de las múltiples realidades del país y que estemos pensando en soluciones incluyentes y de fondo. Que la sociedad civil haya dado un paso adelante en su ingerencia sobre el rumbo de México y que su manifestación por ser social se convierta, por definición, en la participación política que lleve los cambios reales y las esperanzas comunes a gobernar. Insisto, la imaginación al poder.

¿Y ahora que? La misma pregunta me preocupa demasiado. Ojalá que esta marcha no se convierta en bandera del raiting televisivo y en la noticia de moda, y que si ponga a rodar los engranes que pueden hacer cambiar a este país y no solo a los resortes del oportunismo. Que la marcha no sea una respuesta únicamente a los secuestros en Perisur o a los robos de camionetas, y si contra la violencia mas cruel como lo es el hambre, la pobreza, el desempleo, la corrupción, la impunidad y la profunda desigualdad social. Que los pasos dados lleguen a ser escuchados por la polaca sorda y por los intereses económicos, y que los mismos pasos alcancen para que TODOS los mexicanos lleguemos. Que los marchantes ahora cuando vean la tele y observen a los campesinos, a los obreros o a los indígenas tomando las calles, también los consideren parte de la “sociedad civil”, para que sus reclamos también salgan en horarios Premium de televisión y sus peticiones sean analizadas por la clase intelectual autodenominada pensante. Que la “sociedad civil” no se crea únicamente representada por la alta sociedad. Que la pena de muerte no se imponga, porque significaría un retroceso mayúsculo en todo lo avanzado. Que la marcha no quede únicamente en la anécdota dominguera para contarla en borracheras.

“Soy totalmente autoacarreado” gritaba una pancarta desde el anonimato de la marcha, y me quedo pensando si acaso vendré vestido lo suficientemente de blanco como para que mi voz sea escuchada. •


Comentarios, pancartas, sugerencias o mentadas a:
dicho_al_lecho@yahoo.com.mx


[Sugerencias Musicales]
• La Marcha de Zacatecas
Genaro Codina Fernandez

• When the saint's go marchin' in
Louis "Satchmo" Armstrong

[Sugerencias Escénica]
• Las viejas vienen marchando
Teatro Manolo Fábregas

• Los Miserables
Centro Cultural Telmex 1

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