lunes, septiembre 19, 2005

[columna 15] Y la tierra se movía, se movía, se movía. A 20 años de la tragedia.

Desde la semana anterior al 19 de septiembre de 2005, la gran mayoría de los medios comenzaron a publicitar los 20 años que han pasado desde el sismo del 85. Incluso yo en mis otros blogs ( y en este, ¿o de que trata este pasquín?), he posteado algo en homenaje a esta histeria colectiva que se nos quedó a quienes vivimos de cerca el horror de ver edificios derrumbados y la cara de angustia y dolor de quienes perdieron a los suyos, dentro de edificios que no resistieron los embates de la madre tierra.

20 años han pasado y el escombro mental de las heridas sobre la ciudad, aún no ha sido retirado del todo. Mencionar 85 y sismo dentro de una misma frase, despierta en muchos chilangos el pavor de ver el suelo hacerse como gelatina, o la angustia de sentirse posible victima de un derrumbe. Tragedias para nosotros, eventos naturales para la tierra, estos fenómenos nos sitúan en el lugar preciso de impotencia dentro del círculo natural de las cosas. Después de todo algo parecido debió acabar con los dinosaurios.

El amarillismo con el que se trata el asunto (al cual me sumo), hace que heridas cicatrizadas y lágrimas cien veces lloradas vuelvan a surgir de las entrañas chilangas. Todos los medios advierten lo que es inevitable. El próximo temblor que acabará con los chilangos y las cucarachas habrá de venir. Nadie sabe ni cuando, ni con que intensidad, si trepidatorio u oscilatorio, sin embargo, todos los chilangos sabemos que el próximo temblor es inminente. Por eso hoy que es el día D, los chilangos que hemos visto el noticiero, los programas especiales, las miniseries chafas, las entrevistas a los damnificados, el festejo a los rescatados, los homenajes a los muertos, el cuestionamiento a los expertos geólogos y sismólogos, el señalamiento a los constructores y la mirada fija en las autoridades, hoy esos chilangos volvemos a sentir el miedo de la incertidumbre.

Incertidumbre sobre si las paredes que cuidan nuestro sueño resistirán los "n" grados Richter o Mercalli, sea lo que eso signifique. Incertidumbre sobre las posibilidades de sobrevivir un temblor viviendo en un tercer o cuarto piso. Incertidumbre sobre el segundo piso del periférico, y si será más seguro transitar por arriba o por abajo en caso de temblor. Y así ad infinitum una incertidumbre tras otra, se nos han sumados en el vigésimo recordatorio de la gran tragedia del milenio pasado en esta urbe.

El SAS o sistema de alerta sísmica, apenas otorga entre 60 y 70 segundos libres de acción para que los chilangos corran despavoridos antes de un temblor, cuando éste se origina en las costas de Guerrero. Evacuar el edificio donde trabajo, toma 11 minutos, eso cuando todo el personal se aplica y se concentra. Ayudar a bajar a mis padres las escaleras, tomaría el minuto completo, eso sin llegar a abrir la puerta y suponiendo que alguno de nosotros esté con ellos y escuche la alerta sísmica. En el mejor de los casos, las lámparas de vidrió soplado, avisarán con su bamboleo sobre el temblor.

El SAS, aunque eficiente, es una ilusión de control que tenemos los chilangos sobre el poder de la naturaleza, ya que el siguiente monstruo tembloroso puede venir de Oaxaca, Jalisco, Michoacán o Colima, y no precisamente del mismo punto que originó el temblor del 85, que es del único lugar de donde el SAS registra los movimientos de la tierrra.

México encuentra su territorio dividido en 4 placas tectónicas. La placa de Norteamérica, la de cocos, la del caribe y la del pacífico oriental. Y así como las placas índica, euroasiática y australiana ocasionaron el sismo de 9 grados Richter que ocasionó el Tsunami en Filipinas. Algún día las placas que dan forma a México podrían despertarse de malas y hacernos sufrir.

Es inevitable, la ciudad de México está construida sobre los restos del antiguo lago de Texcoco, este terreno fangoso y saturado de agua, en casos de sismo, da lugar a un proceso natural llamado licuefacción. El terreno que es sólido en condiciones normales, en condiciones sísmicas se comporta como si fueran arenas movedizas o gelatina. Todo un caldo de cultivo para la tragedia.

Así pues a 20 años, lo único que atinamos a decir es: vamos a prepararnos para el que sigue, y hoy por ley todos los edificios públicos tienen la obligación de hacer simulacros de evacuación. Muchos hemos oído hablar del triangulo de la vida (PDF), y un sin fin de técnicas, todas ellas olvidables a la hora del pánico. Sin embargo estar preparados y concientes de que el sismo que viene, efectivamente vendrá en cualquier momento, puede otorgarnos un punto de ventaja sobre la tragedia.

Muchos chilangos estamos concientes de ello, así que al rentar o comprar un departamento, evaluamos la sismicidad de la zona dependiendo de los recuerdos de edificios dañados que tenemos de ese lugar. Evaluamos la cantidad de concreto que tendrían que quitar de encima de nosotros si el edifico nos cae encima. Evaluamos si es mejor vivir en el último piso y ser de los primeros rescatados, o vivir en el primero y así poder arriesgarnos a salir corriendo del edifico antes de que se desplome.

Definitivamente el terremoto nos cambio. Fuera del discurso meloso de la solidaridad, termino utilizado hábilmente al sexenio siguiente del terremoto por el orejón de Salinas para su programa social. El terremoto nos alejó del centro de la ciudad, nos dejó cuarteado el miedo y descarapeló la certidumbre. Aún así, algo es seguro, esta seguirá siendo la ciudad de los palacios, aunque quede en ruinas.


[Sugerencias Bibliográficas]
• Terremoto: Ausentes/Presentes. 20 años después.
Guadalupe Loaeza
Editorial Planeta
ISBN: 970370378X

• "No sin nosotros": Los días del terremoto 1985-2005

Carlos Monsivais
ERA
ISBN: 9684116411

[Sugerencias Cinematográficas]
• Sismos- Sociedad Civil
UNAM-Encontraste

Documental

[Sugerencias Musicales]
•Cuando pase el temblor
Soda Stereo / Nada Personal
Sony

•Muevanse todos
Los rebeldes del Rock /Pioneros del Rock, vol 1
Orfeón

• La hierba se movía
Grupo Montéz de Durango/ La mejor colección
DISA

miércoles, junio 15, 2005

[columna 14] Meo luego existo. Las cosas simples.

Muy a pesar de René Descartes, cualquiera que ha padecido un cálculo renal, una cistitis o una disfunción renal cual fuera, sabrá que la existencia se tambalea cuando las funciones corporales, como expulsar la orina, se ven interrumpidas abruptamente. Entonces surgen el dolor, la angustia, la impotencia y la degradación de la existencia.

La individualidad que conforma el ser, no tiene un sostén más tangible que las funciones primordiales del cuerpo. Excretar, ingerir, moverse y demás escatologías corporales, son dadas por hecho y en muchas ocasiones conviven con nosotros sin que depositemos un segundo de atención en ellas a menos que fallen.

En el momento que un ser humano conciente de si, pierde la capacidad de orinar por si mismo, de alimentarse con su propia mano o de llevar a cabo los ritos de limpieza, en ese momento, la mente sabe que aquellas cosas que aseguran la independencia y autosuficiencia, se han marchado para encerrarlo como prisionero de un ego disminuido, y que todo aquello que llamamos individualidad se ira desmoronando poco a poco hasta convertirnos en un ente moldeable dependiente de la buena voluntad de terceros.

Un mítico relato cuenta que las reuniones de gabinete de Luis Echeverría donde se tenían que tomar decisiones de trascendencia y de ardua negociación política, eran ganadas con base en la retención de la vejiga. Estos encierros duraban horas y el entonces presidente no se paraba ni una sola vez a orinar, mientras sus secretarios de estado y demás adversarios políticos, poco a poco tenían que levantarse para aliviar sus ganas repletas de bilis y agua de riñón, entonces cuando la mayoría opositora se encontraba meando, ocurrían las votaciones decisivas. Tanto así, que se especula aún hoy día, que para esas reuniones, el señor presidente usaba una sonda para no tener que levantarse de su mingitorio presidencial.

Algún otro ejemplo del milagro de orinar fue dado durante los sismos del 85, donde varios de los sobrevivientes, lo hicieron gracias a que pudieron calmar la sed con su propia orina, lo que los ayudó para aguantar a ser rescatados sin morir de deshidratación. Y al igual que durante los temblores salvó vidas, las fallas del sistema urinario, junto con los paros cardiacos y los infartos cerebrales, son las primordiales causas de muerte en ancianos.

Cuantas veces no hemos esperado a terminar un párrafo, la llamada, a los comerciales o simplemente por gusto, y vamos retrasando el llamado de la naturaleza hasta el límite máximo en litros de nuestra vejiga. Entonces corremos desesperados al baño para liberar la presión con un ligero temblor de piernas e incluso para algun@s una sensación disminuida de un orgasmo.

Poder controlar la orina es un rasgo evolutivo que nos separa del reino salvaje. Mientras más se orine detrás de los árboles más cerca estamos de nuestros antepasados simiescos. El ser humano moderno, ya no usa la orina como marcador territorial, ni como catalizador de los humores corporales para atraer al sexo, ni como arma de defensa rociadora, y es solo cuando volvemos a estados primigenios que la orina se descontrola y sale a chorros incontenibles. Así entonces nos orinamos del miedo o de la risa. De niños nos orinamos durante sueños oceánicos recordando el vientre materno, y mientras crecemos y nos convertimos en dueños de nosotros mismos, andamos con la marca amarillenta en el calzón que refleja la falta de maduración espiritual y emocional o el principio de la vejez senil.

Marcel Duchamp, padre del arte moderno, reconoció esto en su obra y representó el pináculo de la civilización industrializada en un ready made hecho con un mingitorio y que firmó con el nombre de la fuente. La Golden Rain del arte dadaísta.

Meo, luego existo. Y es que solo puedo pensar tranquilamente con la vejiga vacía.



Dudas, comentarios, sondas urinarias, sugerencias y mentadas a
dichoallecho@gmail.com

[Bibliografía]
¿Quien se ha meado en mi cama?
Antonio Alamo
Lengua de trapo
ISBN 8489618372

[Recomendaciones musicales]
Mi agüita amarilla.
Los toreros Muertos

jueves, abril 07, 2005

[columna 13] Este no es un texto pirata, es un texto similar. Lo original.

Nuestra psique está basada sobre el sentido de diferenciación y unicidad que tenemos de nosotros mismos con respecto al mundo. Cada uno de nosotros es el centro del universo.

Esta percepción primordial que construye nuestro "yo" nos permite diferenciarnos por medio de nuestra conformación biológica y genética, a través de nuestro transito histórico y vivencial, y por medio de la interpretación que le demos a la realidad desde nuestro yo.

Esta idea de lo "único", ha permitido que nos distanciemos los unos de los otros y nos ha permitido sentirnos originales al compararnos. Nos ha hecho creer que la genialidad es un rasgo sobresaliente por su aparición esporádica, que la creatividad, que la belleza física y que otra serie de rasgos, van sumando a favor o en contra para irnos distanciando del resto de los mortales.

Esta idea la hemos extrapolado a casi todos los ámbitos de la cultura. Desde la curiosidad científica hasta la singularidad fashion de la moda.

Sin embargo la originalidad no se puede entender del todo sin su contraparte conceptual. La copia, el plagio, la falsificación, la cita textual o de una manera más exacta, en la repetición sucesiva que precede al origen. La copia nos permite poner en contexto la representación simbólica de lo que significa ser original y nos permite comprenderlo. Si el concepto de copia no existiera, todo sería un original.

Dentro de la película los increíbles, Dash un niño con superpoderes, reta a su madre diciéndole: "Decir que todo mundo es especial, es otro modo de decir que nadie lo es." Esta frase bien podría definir el callejón al cual hemos llegado al convertir la originalidad en una moneda de cambio social.

La tecnología, la moda, la ciencia, el arte y la historia han encontrado en este afán de buscar lo único, un tope que nos ha obligado a crear por medio del reciclaje y la repetición. Llámese copia, cita, plagio, sampleo, clonación, producto similar, etcétera, todos estos métodos de creación comparten la misma característica. La emulación de aquel que fue creado primero.

"Estos no son discos piratas, son discos similares" sentencia un letrero en uno de los tantos puestos que se colocan los domingos sobre avenida Reforma a la altura de Tlaltelolco. En el mercado de La Lagunilla el concepto de original se expande y se bifurca, ya que los copiadores de productos piratas, no se conforman con igualar los productos originales, sino que realizan modificaciones para dar gusto a la clientela que busca un toque de diferenciación contra la masa uniforme de productos hechos en serie y, por supuesto, a un precio más accesible.

Productos con un valor disminuido por ser copias, de pronto adquieren un valor distintivo porque al no copiar exactamente se vuelven originales per se. Sin embargo vivirán siempre bajo el estigma ideático de que al ser copias forzosamente estarán degradadas de algún modo.

Esta idea de la degradación, reforzada por años de uso de papel carbón, de copiadoras heliográficas que manchaban el papel al hacer copias, de duplicados en cintas betamax o VHS, de casetes piratas y de facsímiles emborronados, se ve hoy puesta en duda por la originalidad de convertir toda la información a un código de transmisión muy simple descrito en 1670 por Gottfried Wilhelm von Leibniz: el sistema binario.

Este código de ceros y unos, es el pilar de nuestra "recientemente creada" cultura digital, gracias a la cual es más fácil que nunca copiar o "peistopear", neologismo derivado de la acción de realizar "cut & paste" o cortar y pegar con las herramientas de una computadora.

Gracias al poder de computo generado a partir del sencillo sistema binario, hoy hemos podido plagiar de la naturaleza otro código igual de simple, pero que encierra el secreto de la vida: el código genético. Este hurto científico, además de servirnos para la identificación y cura de enfermedades, o para la prevención de desordenes, tiene también el fin último y oculto de crear una copia de un ser humano sin la intervención de los gametos. El máximo logro de la piratería.

Con el nacimiento de Dolly, la oveja clonada, la idea de que cada uno de nosotros es un ser único, se resquebrajo y se agarra apenas con las uñas antes de despeñarse, defendiéndose bajo la idea de la historia y las experiencias personales. Sin embargo, los avances científicos sobre las conexiones cerebrales y su funcionamiento, así como la ciencia ficción llena de cyborgs, nos adelantan que las experiencias y la historia, pueden ser replicables por medio de impulsos electroquímicos que establezcan los recuerdos o pensamientos adecuados dentro de cualquier cerebro. Así un hombre clonado podría adquirir también el conocimiento y la experiencia histórica que habitaba en su original.

Bien dicen por ahí, que ya todo está dicho, que ya todo esta escrito y que ya todo esta plasmado como imagen. Es en el remix, el sampleo y la descontextualización que las viejas ideas se presentan como nuevas y mejoradas ante nuestros ojos. Este mismo texto, si bien no es copia de ningún otro, si es la mezcla de otros tantos y seguramente, todas las ideas vertidas aquí ya habrán sido dichas antes. La originalidad de creer que se es original.

Vivimos en la era de la simulación según palabras de Jean Baudrillard, y a través de esta simulación hemos matado a la realidad como un ente "único" que nos une a todos y hemos creado una red de universos donde múltiples realidades coexisten al mismo tiempo. La relatividad de Einstein llevada a sus extremos perceptivos. Cada cabeza es un mundo y cada mundo se asemeja a cientos de otros. ¿Dentro de todo eso, que idea, que palabra que pensamiento puede darse el lujo de decirse único y original?

Yo solo me pregunto si acaso no seré una mala copia de mi propio yo.

Comentarios, películas piratas, sugerencias o mentadas a:
dichoallecho@gmail.com

[Sugerencias bibliográficas]
¡usted Nació Original, No Muera Como Una Copia!
John L. Mason
Caribe Betania
ISBN: 0881131490

[Sugerencias cinematográficas]
Blade Runner
De Ridley Scott
Con Harrison Ford y Daryl Hanna
Warner Studios

[Sugerencias musicales]
Con todo respeto
Molotov
Universal Latino
ASIN: B000667H9U

Original sin copia
Banda Chula
Musical productions
ASIN: B00000JC7A

[Sugerencias web]

¿Originalidad o plagio?

¿Originalidad o plagio?
El plagio utópico, la hipertextualidad y la producción cultural electrónica.

lunes, enero 31, 2005

[columna 12] Mas alto, más rápido, mas buena, más mejor… La insatisfacción.

Dicen por ahí que el ser humano es insatisfecho por naturaleza, y efectivamente a diario nos sentimos insatisfechos con nuestro cuerpo, con nuestro trabajo, con nuestra pareja, porque existe en nosotros la constante idea de que siempre hay algo mejor en alguna parte.

Perdidos entre nuestra capacidad de aprendizaje, la comodidad y los bienes de consumo, hemos aprendido que la insatisfacción es un impulso valioso que nos obliga a seguir buscando cosas nuevas con que llenar ese hueco que como especie cargamos en el alma. Siempre habrá otra meta u otro objetivo por alcanzar: ser más fuerte, llegar más alto e ir más rápido, tener más dinero, ser más exitoso, poseer más cosas. Pero todo esto se reduce a una sola búsqueda de algo tan abstracto que resulta indefinido y muy difícil de transcribir. La felicidad.

La insatisfacción bien vista es el motor creativo del desarrollo, y nos obliga a no estancarnos en la mediocridad o en la aburrición de la rutina. Ya hasta nuestro querido Vicente Fox lo dijo, todo mundo quiere más, es natural, si no tienes tierra, la pides, si no después pides la casa, y la carretera y así se repite la historia en una serie de peticiones que el día que se cumplan harán que lloremos de alegría.

Sin embargo, si la felicidad fueran todas y cada una de esas metas que nos fijamos, entonces resultaría que con irlas alcanzando poco a poco iríamos siendo felices de manera incremental y constante, y eso en realidad no refleja esta búsqueda individual o colectiva, donde los baches emocionales aparecen en cualquier momento, y la no-felicidad se nos hace tan patente como un hueco que debemos llenar a como de lugar.

Debido a esta búsqueda por tapar el hoyo, muchos pensadores han encontrado que las respuestas son de tipo tan variado que las han convertido en ciencias y conocimiento alrededor del tema. Esta búsqueda constante ha permeado casi todo el conocimiento generado dando paso a que el hombre se busque a si mismo en la psicología y la filosofía; a sus semejantes en la sociología y la historia; a sus orígenes en la antropología y la astronomía; y a la última realidad a través de la metafísica o el arte. Demasiado conocimiento para acumularlo en una sola vida. La ignorancia es una bendición.

La felicidad al igual que la huella dactilar, podría ser una representación de condiciones únicas que se tendrían que dar en la vida para que efectivamente cada uno de nosotros nos sintiéramos felices. Sin embargo, ¿que es ser feliz?

Todos los impulsos compulsivos por buscar la felicidad, disparan en el cerebro descargas hormonales que por momentos nos otorgan ese instante de alegría que se disipa rápidamente cuando pasa la novedad. Comprar, comer chocolate, aventarse en el bunggie, irse lo más lejos posible, cambiarse de religión o de sexo, en fin. Una búsqueda tan inconsciente que siempre dirige nuestras acciones hacia la ansiada felicidad.

Una cantidad ingente de cursos y libros de motivación y de superación personal, aprovechan esta búsqueda innata y nos otorgan recetas, escapes y vivencias que también podremos acumular dentro de nuestro repertorio de salvavidas emocionales. Descubrimos al menos que no estamos solos en esta búsqueda frenética por ser feliz. Y aunque la conclusión de casi todos estos escritos y seminarios podría resumirse en vivir en armonía contigo para después vivir en armonía con el mundo. Casi ninguno de nosotros llegamos a entender completamente lo que significa vivir en armonía, así que lo único que sucede es que agregamos una duda más al acervo de la búsqueda constante.

Una pregunta tan sencilla como ¿Qué quieres para ser feliz? Puede generar muchas discusiones y horas de reflexión. Ya que nuestra tendencia a ligar la felicidad a las cosas que poseemos y a los objetivos que alcanzaremos o que hemos alcanzado, hace que siempre nos sintamos infelices porque siempre habrá algo más que alcanzar, que esta más alto, esta más lejos o parece imposible.

Pero y si no existiera eso llamado felicidad. Si la felicidad fuera una estado tan primitivo que estuviera tan al alcance que no lo creyéramos tan simple. Si la naturaleza nos hubiera quitado la capacidad de ser felices a cambio de la capacidad de razonar y por ende todas nuestras búsquedas fueran inútiles.

Esta sola duda me acecha constantemente.

Comentarios, caritas alegres, sugerencias o mentadas a:
dicho_al_lecho@yahoo.com.mx


[Sugerencias Bibliográficas]
• Un mundo feliz

Aldous Huxley
Editorial Porrua
ISBN: 9700740846

•A General Theory of love
Thomas Lewis, Fari Amini y Richard Lannon
Vintage publisher
ISBN: 0375709223

[Sugerencias Cinematográficas]
• Happiness
de Todd Solondz
con Jane Adams II y Jon Lovitz
Alameda Films